En una era digital en la que todo está a un clic y se puede buscar todo en Google, ¿cuál es el caballo más mencionado de la historia? ¿Cuál es el caballo que hizo correr más ríos de tinta en aquellos tiempos no tan lejanos en los que la prensa se imprimía en papel? Si echáramos la vista atrás a los últimos 15 años, el puesto de honor sería sin duda para Totilas, pero si nos remontamos hasta donde nos alcanza la memoria, la "medalla de platino" sería para Seabiscuit, muy cerca de Secretariat, ambos caballos de carreras.
Seabiscuit fue, es y será sin duda siempre una figura importante. Nació en mayo de 1933 (Swing On x Man O' war) y falleció catorce años después. Fue un veloz pura sangre estadounidense. Vivió durante la Gran Depresión (también conocida como el Gran Crash de 1929), una época de grave crisis financiera mundial que duró hasta finales de los años treinta. En estos duros momentos, se convirtió en un símbolo de esperanza e ilusión para muchos estadounidenses. Dada la situación del país, los recortes eran constantes y estaban a la orden del día, y las clases altas estadounidenses prescindieron de muchos lujos, pero siguieron manteniendo su tradición de carreras de caballos. Las carreras de caballos eran las reinas entre la aristocracia estadounidense, y era necesario asistir a las reuniones de las mejores carreras para mantener su lugar entre la élite. Como dice el refrán, "aparentar, ser". Había familias que lo perdían todo, pero intentaban mantener las apariencias y seguían invirtiendo en carreras de caballos, aunque sus hogares carecieran de lo básico.
En sus inicios, era difícil imaginar el caballo en el que Seabiscuit se convertiría más tarde. Parecía un caballo perezoso, glotón y con poco potencial. Fue Jim Fitzsimmons quien confió en él al principio y vio en él un gran potencial. Tras unos comienzos difíciles, a los dos años había corrido 35 carreras antes de ganar por primera vez.
A la edad de tres años, empezó a dar pasos significativos en su destreza deportiva, montado por el jockey Tom Smith. Se puede concluir que 1937 fue su año dorado, ya que ganó 11 de las 15 carreras que disputó. Ese año también se proclamó máximo ganador de Estados Unidos. Viajó por todo Estados Unidos a bordo de un vagón de tren, de carrera en carrera. Se había convertido en una estrella. Era el emblema de la lucha. Era el símbolo de la esperanza. Era un habitual de la prensa. Acaparaba todos los titulares de la época. En una época en la que se desconocía el significado de la palabra "marketing", Charles S. Howard, su entonces propietario, comercializó merchandising con el nombre y la imagen de Seabiscuit, aprovechando al máximo la gran fama de su animal.
A los cinco años, su carrera floreció, con George Woolf ahora en la silla de montar.
Se retiró en abril de 1940, cuando era sin duda el caballo de carreras con mayores ganancias de todos los tiempos. En la década de 2000 se erigió una estatua de bronce, réplica a escala real de su anatomía, en el rancho Ridgewood, donde fue llevado a pastar y que fue su lugar de descanso final. Hoy, en pleno siglo XXI, sigue siendo aclamado en Estados Unidos como símbolo de aquella dura época.
La historia de Seabiscuit ha sido llevada al cine en dos ocasiones. Primero en 1949, con el título "La historia de Seabiscuit", y después en 2003 con el simple título de "Seabiscuit", siendo esta última la adaptación del libro de 2001 escrito por Laura Hilenbrand, "Seabiscuit: Una leyenda americana".
Trabajamos con muchos caballos de carreras y, aunque no podemos prometer que serán como Seabiscuit, sí podemos asegurar que estarán muy bien suplementados, lo que les facilitará alcanzar todo su potencial.









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